Matutina Efesios 4:24
Vespertina 2 Timoteo 3:2-5
Así, junto a Ti, Señor Jesús, bebiendo de tus enseñanzas, escuchando tu voz junto al pozo del agua viva, mirándote multiplicar los panes, consciente que es tu voz la que dice, “Lázaro, ven fuera”; siguiendo tus pasos a la orilla del mar, observando cómo calmas la tormenta.
Cómo preservar la santidad, si no subiendo al árbol por lograr siempre tener mi mirada en Ti, a pesar de las multitudes que se agrupan en un mundo de distracciones donde quizás quizá para muchos eres Tú el que menos importa.
Preservar la santidad, arduo trabajo para hoy día, pero qué dulce impresión de sueños logrados.
Tu mansa paloma se pose en mi pecho, me cierre los ojos por soñar contigo, despertar contigo y andar de tu mano. Andar el camino por largo que sea, saltar cada piedra sin rencor y enojos, porque fue el ejemplo que Tú me dejaste.
Maestro divino, si no me separo de Ti ni un instante, no haré lo que Tú no harías, tampoco escucharé lo que a Ti no agrade, ni miraré siquiera lo que Tú no miras y menos entraré donde Tú no entrarías, porque si lo hiciera, ya me soltarías y sería un fracaso entonces mi anhelo y mis ansias de preservar lo santo.
-Ercilia González
Podemos ser santos; recuerda que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
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